Yo, canalla, lo he sido desde siempre. Deja que te cuente.
A mis cincuenta y pocos ya te digo que estoy en mi mejor momento, pero eso no tiene mucho mérito dado que siempre he pensado que el momento del presente de cada uno es el mejor momento.
Soy de condición humilde y eso, aunque es una faena para empezar, con el tiempo voy viendo que soy más correoso y predispuesto a valorar las cosas, ya que el buscarse la vida tiene ese punto canalla que hace que no me conforme con lo primero que veo y me obliga a estar en constante movimiento.
Además de ser un nadador y runner básico, soy motorista desde chico para ir cerca o lejos. Con sol, frio, lluvia o viento, siempre es agradable sentir las vibraciones del motor engranando marchas y enlazando curvas mientras discurre el paisaje a mi alrededor haciendo rutas con mis amigos. También soy de disparar cámaras de las de carrete, que revelo yo mismo, sin dejar de usar la del móvil sin mesura. Habitualmente llevo una robusta M2 de 1957 y un móvil del 2021, y soy un enamorado de todo lo que ofrece Internet y la tecnología.
Me apasiona meterme en la cocina, un territorio donde mis cinco sentidos disfrutan de olores y sabores y, mientras me relajo, te hago desde unas migas granainas, hasta un seitán salteado, pasando por la mejor paella del mundo y ¿Qué decir de mi tortilla de patatas de doce huevos?, pues ¡que me la quitan de las manos!
Me gusta el arte en todos sus aspectos, especialmente el contemporáneo, y considero que cualquier artista que sea capaz de crear y mostrar su obra merece nuestra atención, ellos son la punta de lanza de la evolución creativa del ser humano y lo que proponen, aunque ahora no lo acabemos de entender, si hurgamos en ello vemos que hace avanzar nuestra manera de ver cómo es el ser humano.
Otra de mis pasiones es la albañilería y, a veces, me sorprendo embelesado mirando una pared bien construida o una vuelta de escalera de ladrillo.
Pienso que la albañilería, como brazo ejecutor de la arquitectura, tiene mucha responsabilidad en el tipo de ciudades y pueblos que habitamos. Poner en pie una pared es fácil y, posiblemente, la veremos toda la vida, de ahí que la sociedad debería pensar dos veces el construir ciertos edificios.
Me gusta compartir ratos con amigos y conocer gente constatando, cada vez, que después soy una persona diferente. Una persona poliédrica que absorbe todo tipo de influencias para seguir avanzando como individuo aunque luego me vaya por la tangente, a mi rollo.
Pues ya ves, la vida de este canalla está formada por momentos de todo tipo: épicos, pensando en la nueva arquitectura, y domésticos, trajinando una tortilla de patatas. Y eso es la vida que vamos recorriendo con una sonrisa sin dejar de pensar en que, desde el principio, cada uno dependemos de nosotros mismos, y que el libre albedrío hace que nuestro futuro lo vayamos construyendo día a día con nuestros aciertos y errores, y con nuestras decisiones que, a la larga, van componiendo esa vida única.
¿De qué van a ir mis artículos? “Pasándolo bien” va de todo y de nada pero, básicamente, de lo que pasa por mi mente canalla.